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Playa con arena dorada, agua cristalina y rocas negras, cielo azul despejado.

Playas que puedes visitar en Canarias

¿Sabías que en las Canarias hay playas de arena negra, blanca… y roja? El cromatismo de sus orillas no es marketing, es geología pura a flor de piel. Volcanes, conchas marinas, dunas vivas y hasta llegadas masivas de algas han pintado el litoral del archipiélago con una paleta inusual. Pasear por estas playas es recorrer millones de años de historia concentrados en granos de arena.

La escena se repite con matices que sorprenden, convirtiendo a las islas en verdaderas playas paradisíacas. Al pisar una playa volcánica, la arena se calienta más deprisa y cruje con un sonido grave. El jable blanco de Fuerteventura, en cambio, se hunde suave, refleja la luz y pinta el agua de turquesa. Y, de cuando en cuando, un arenal amanace con matices verdosos temporales por la acumulación de algas. Pequeños detalles que, para el viajero curioso, cambian por completo la experiencia.

Las Canarias son un laboratorio natural al aire libre. Y sus playas coloreadas, la puerta de entrada.

  • Negras: extendidas por todo el archipiélago, fruto del basalto fragmentado. Tenerife, La Gomera, La Palma, El Hierro y Gran Canaria atesoran decenas de ejemplos.
  • Doradas y blancas: triunfan en Fuerteventura y en parte de Lanzarote, donde los bioclastos marinos y las dunas moldean litorales de aguas claras.
  • Rojas: rarezas volcánicas, como El Verodal en El Hierro, teñidas por óxidos de hierro.

Guía rápida de playas con color propio
A continuación, una selección que combina variedad cromática, accesos y estilos de visita. Algunas son urbanas, otras salvajes. Todas dejan huella en la memoria.

IslaPlayaColor de arenaAccesoLo mejor para ti
TenerifeLas Teresitas (San Andrés)Dorada importadaCarretera y bus urbanoDía familiar, mar manso, palmeras y servicios completos
TenerifeRoque Bermejo (Anaga)Negra volcánicaA pie o en barcaSilencio, senderismo costero, paisaje abrupto
La GomeraLa Caleta de HermiguaNegra volcánicaCarretera y breve caminataEntorno natural, olas moderadas, cero artificio
La PalmaCharco Verde (Puerto Naos)Negra finaAccesible, pasarelasBaño tranquilo, entorno agrícola de plataneras
El HierroEl Verodal (La Frontera)Roja volcánicaPista sencillaFotografía y contemplación, playa virgen entre acantilados
Gran CanariaMaspalomasDorada, dunas vivasMuy fácilPaseos por un campo dunar protegido y atardeceres inigualables
Gran CanariaLa Garita (Telde)Negra volcánicaUrbano y accesibleSurf y bodyboard, servicios y vida local
FuerteventuraSotavento (Pájara)Blanca de jableCarretera y aparcamientoKitesurf y windsurf, lagunas interiores con marea
FuerteventuraLa Concha (El Cotillo)Blanca de jableFácil, junto al puebloAguas turquesas muy calmadas, ideal con peques
LanzarotePapagayo (Yaiza)DoradaPista y parkingCalas protegidas, snorkel y sensación de refugio

Un arcoíris en la arena que tiene explicación

Los colores no son casuales. Cada tono encierra un origen:

  • Negro intenso: procede de la desintegración de basaltos y piroclastos, rocas volcánicas ricas en minerales oscuros como magnetita, augita y hornblenda. El oleaje tritura la lava y la corriente selecciona los granos más pesados que se acumulan en la orilla.
  • Blanco luminoso: proviene de carbonato cálcico, es decir, fragmentos de conchas, corales y organismos marinos. En Fuerteventura, a ese granulado biogénico lo llaman jable. Su alto albedo hace que el agua aparezca turquesa impecable.
  • Dorado cálido: puede ser mezcla de granos claros de origen marino con fragmentos silíceos, además de arenas desérticas transportadas por viento o aportadas, como ocurrió en Las Teresitas en los años setenta.
  • Rojo encendido: los óxidos e hidróxidos de hierro tiñen el sedimento. La erosión de coladas con hierro oxidado genera arenas anaranjadas y rojizas, un espectáculo bajo cielos limpios.
  • Verde ocasional: el olivino, un mineral común en rocas máficas, aporta destellos verdosos en granos aislados. El fenómeno masivo de arena verde no se da de forma estable en las islas, aunque sí hay episodios en los que la acumulación de algas o cianobacterias colorea la playa durante días.

Pequeñas diferencias que cambian la experiencia

La física del color se nota en la planta del pie. Las arenas oscuras absorben más energía solar, por lo que calientan más deprisa y pueden molestar en las horas centrales. Las claras reflejan la luz, atemperan el contacto y moldean tonos caribeños en el agua. Y hay matices sutiles: la forma del grano volcánico suele ser angular y rugosa, mientras que el jable tiende a ser redondeado y suave.

También cambia la química. El pH y el contenido mineral del sedimento, junto con la temperatura y el oleaje, influyen en qué algas, invertebrados y peces prefieren cada entorno. Bajo un mismo sol, la vida se organiza de maneras muy distintas.

Accesos, servicios y ritmos

El abanico es amplio, y conviene elegir según expectativas:

  • Urbanas y completas: Las Teresitas o La Garita suman aparcamiento, duchas, salvamento, chiringuitos y accesos adaptados. Ideales para pasar el día con comodidad y ocio sin renunciar a un baño seguro.
  • Naturales y discretas: Roque Bermejo o El Verodal, ubicadas en plena belleza del mar Mediterráneo, piden planificación. A veces no tienen cobertura, ni sombras, ni salvamento. Lo que ofrecen a cambio es silencio, rocas de formas escultóricas y cielos inmensos.
  • Activas y deportivas: Las playas de Sotavento concentran vientos constantes, escuelas de kitesurf y windsurf, y un calendario que atrae a deportistas de todo el planeta.
  • De postal y snorkel: Papagayo, con calas que parecen anfiteatros, permite nadar en aguas calmas y claras, perfectas para observar peces sobre fondos de arena y roca.

Sugerencias para organizar la visita

  • Revisa el parte de oleaje y viento. En playas abiertas del Atlántico, el mar puede cambiar en horas.
  • Lleva calzado anfibio en enclaves rocosos o con callaos.
  • En verano, sombrilla y crema mineral de amplio espectro. Las arenas oscuras suben de temperatura rápido.
  • Si te mueves con silla de ruedas o carrito, busca pasarelas y sillas anfibias disponibles en varias playas con Bandera Azul.
  • Respeta señalizaciones. Algunas zonas protegen nidos de aves, plantas dunarias o praderas submarinas.

Ecosistemas que laten bajo tus pies
Cada color encaja con un mosaico vivo.

En dunas doradas como Maspalomas o Corralejo prosperan plantas adaptadas a la aridez y al viento salino, muchas endémicas. Entre matas y barrancos costeros se cuelan aves migratorias que usan estos sistemas como estación de servicio en sus rutas.

En jables y bahías protegidas, las praderas de fanerógamas marinas, sobre todo Cymodocea nodosa, actúan como viveros. Alevines y juveniles encuentran refugio, y con ellos llega una cadena de vida que sostiene pesca artesanal y biodiversidad.

En acantilados de rocas volcánicas, las grietas guardan una flora rupícola resistente y una microfauna sorprendente. Las piscinas naturales formadas por coladas que se enfriaron al contacto con el mar albergan comunidades de algas, pequeños crustáceos y moluscos muy específicos.

Y en playas negras, donde los granos pesados se concentran por la energía del oleaje, el fondo próximo suele ser abrupto y albergar comunidades de invertebrados amantes de la roca. Allí, el snorkel revela diademas, viejas y salemas entre sombras contrastadas.

Colores con historia geológica

  • Volcanes que alimentan la costa: coladas antiguas y conos recientes se erosionan con el mar, liberando minerales que el oleaje selecciona por densidad.
  • Dunas que migran: los sistemas dunares costeros se mueven con el viento, reciclan arena y reconfiguran playas temporada a temporada.
  • Polvo sahariano: episodios de calima depositan partículas finas sobre las islas. A veces el rastro queda en arenales protegidos.
  • Algas que llegan con las corrientes: mareas calmas pueden acumular algas y cianobacterias sobre la arena, alterando temporalmente su color y su olor. No siempre es degradación, a menudo es un pulso natural de productividad.

Rutas de color para un fin de semana

Propuestas sencillas para unas vacaciones, sin prisa, saboreando cada rincón.

  • Tenerife norte y Anaga
    • Mañana: sendero suave hacia Roque Bermejo, baño si el mar lo permite.
    • Tarde: regreso a Santa Cruz y tarde larga en Las Teresitas, chiringuito al atardecer.
  • Fuerteventura este
    • Mañana: paseo por Sotavento con marea subiendo para ver formarse la laguna.
    • Tarde: El Cotillo y su playa de La Concha, snorkel en calma y cena en el pueblo.
  • Lanzarote sur
    • Mañana: caminata entre las calas de Papagayo, de cala en cala sin reloj.
    • Tarde: visita a salinas y breve paso por Famara para entender el contraste de una playa abierta al Atlántico.
  • El Hierro singular
    • Mañana: parada fotográfica en El Verodal, respeto absoluto a las corrientes.
    • Tarde: charcos naturales en la costa norte para contemplar el océano desde una piscina volcánica.

Turismo y conservación: equilibrio necesario

La belleza es frágil si el uso del turismo en playas es intensivo. Hay impactos que conviene conocer para decidir mejor.

  • Extracción de arena y obras: modificar el balance sedimentario altera el perfil de las playas. Regenerar aportando sedimentos externos puede resolver problemas puntuales, pero también cambia la granulometría y la fauna ligada al sustrato.
  • Sistemas dunares pisoteados: salir de los senderos rompe vegetación clave y acelera la erosión. Las pasarelas no son capricho, son la línea de vida de las dunas.
  • Praderas marinas vulnerables: el fondeo indiscriminado arranca rizomas y abre claros en el mar. Las boyas de bajo impacto y el fondeo regulado marcan la diferencia.
  • Residuos y microplásticos: la carga turística se traduce en fibras, envoltorios y colillas. El mejor residuo es el que no llega a las playas.

Buenas noticias: el archipiélago ha multiplicado áreas protegidas, red de reservas marinas, programas de Bandera Azul, pasarelas accesibles y educación ambiental in situ. En varios municipios verás puntos de préstamo de ceniceros, cartelería que informa de flora dunar y patrullas que velan por aves nidificantes. También crece el turismo activo que entiende que una foto vale más sin pisar un cardonal.

Consejos para disfrutar sin dejar huella

  • Opta por cremas solares de filtros minerales y biodegradables, mejores para las praderas y la fauna.
  • No arranques plantas ni muevas piedras. Un refugio de cangrejos es un pequeño mundo.
  • Evita fondear sobre manchas de seba. Usa boyas habilitadas o fondea en arena libre.
  • Reduce plásticos de un solo uso. Lleva cantimplora, tuppers y bolsas reutilizables.
  • Quédate en senderos y pasarelas en dunas. Si ves estacas y cuerdas, respeta la zona.

Pequeños apuntes de ciencia que se notan en la toalla

  • Granulometría: el tamaño del grano determina cómo se siente bajo el pie, cómo se seca la toalla y cómo rompe la ola. Arena fina, pendiente tendida y rompiente amable suelen ir de la mano.
  • Densidad mineral: playas con minerales pesados retienen granos en marejadas y muestran bandas negras más marcadas tras temporales.
  • Temperatura y confort: a mediodía las arenas negras pueden resultar abrasadoras. Programa paseos descalzo por la mañana y al atardecer.
  • Óptica del agua: fondos claros intensifican el azul y el verde. En playas negras, el contraste crea un azul profundo que gana con sol alto.

Qué llevar para cada color

  • Negras: escarpines, sombrilla sólida, agua abundante.
  • Blancas: gafas de sol con buen filtro, crema, gorra.
  • Doradas con dunas: bolsa ligera, sentido de la orientación, respeto por las cuerdas y pasarelas.
  • Rojas: cámara, calzado para terreno volcánico, atención al parte marítimo.

Un día cualquiera, en un rincón de Canarias, suena la ola breve y rítmica sobre granos negros, luego dorados, más allá blancos, y quizá esa semana con un velo verdoso en superficie, invitando a participar en actividades acuáticas. El cielo limpia el horizonte y los volcanes, viejos y jóvenes, parecen vigilantes discretos de la orilla.

Si te atrae la idea de pisar arenas que cuentan historias, el archipiélago te lo pone fácil. Solo hace falta tiempo, curiosidad y un respeto activo por lo que hace únicas a estas playas. La inolvidable sensación de salir del agua y mirar la palma de la mano, donde brillan, pegados a la piel, granos que han viajado desde el corazón de la isla hasta la orilla, será tu recuerdo más nítido. Y querrás volver para ver qué color te toca la próxima vez.

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