Valle de Aridane: Panorámica en Directo
tradición canaria entre plataneras y arte urbano

Panoramica del valle de Aridane: descubre su magia
El Valle de Aridane cautiva desde el primer vistazo. Desde la pantalla, con las webcams de Los Llanos en vivo, o a pie de mirador, se revela la panoramica del valle de aridane, un mosaico verde de plataneras, manchas de lava reciente y el trazo humano de pueblos activos. Una experiencia que ofrece una panorámica del valle de Aridane en la que la naturaleza se celebra a cada instante, donde montañas lejanas asoman su presencia y, en ocasiones, se recuerda el espíritu de lugares tan emblemáticos como Santa Cruz de La Palma. Lo tradicional y lo contemporáneo no compiten aquí: conviven. Y esa convivencia, visible en directo, es parte del encanto.
Un valle que late entre plataneras y lava
El clima templado y los alisios convierten el valle en un invernadero natural para el plátano. Las temperaturas raramente se salen de la zona amable, la humedad se mantiene alta, y el invierno se parece más a una tregua suave que a una estación hostil. La falta de lluvias, sin embargo, impone ingenio: terrazas irrigadas, estanques encalados, tuberías que serpentean ladera abajo, todo en armonía con la rica naturaleza que caracteriza el paisaje.
La mirada panorámica revela la lógica agrícola: los cultivos se concentran bajo los 300 metros de altitud, cerca de la costa, donde la brisa humedece y el agua llega con más facilidad. En los últimos años, las olas de calor han puesto a prueba esa estabilidad. Se han rotado fechas de siembra, se instalan mallas de sombreo y cortavientos, y la fertirrigación precisa gana terreno. Hay una lectura positiva: ciclos algo más cortos y posibilidades nuevas a media cota.
Las plataneras dibujan la identidad económica del valle, pero también su estética. Fajas verdes entre casas blancas, el contraste con la piedra volcánica, y aquí y allá el color de un mural. Una postal en permanente actualización que invita a saborear cada matiz de la naturaleza.
Tradición y técnica: dos formas de regar, plantar y recolectar
Junto a las herencias de canales y depósitos, el riego por goteo y los sensores de humedad han cambiado la forma de trabajar. El resultado se ve desde arriba: menos agua desperdiciada, más regularidad en la producción, y fincas que combinan compost con aportes dirigidos.
| Aspecto | Prácticas tradicionales | Técnicas actuales |
|---|---|---|
| Riego | Canales a gravedad; estanques y reparto manual | Goteo y microaspersión con bombeo y programadores |
| Uso del agua | Acopio en depósitos; turnos vecinales | Cuotas, telemetría, sondas y cabeceras de fertirrigación |
| Propagación | Hijuelos de la mata madre | Plántulas in vitro; densidades optimizadas |
| Fertilización | Estiércol y compost | Fórmulas NPK, foliares y planes de abonado |
| Sanidad vegetal | Deshije manual; retirada de focos | Manejo integrado de plagas; clones más resistentes |
| Cosecha | Corte manual y a hombro | Remolques, cintas y mejor ergonomía |
| Variedades | Lineras locales | Líneas Cavendish certificadas |
La foto amplia no es solo paisaje: también es método. Y el método, cada temporada, decide la resiliencia del valle.
Arquitectura: piedra volcánica frente al hormigón reciente
La panorámica cultural del Valle de Aridane se reconoce en fachadas. En Argual, los caserones de lava y cal, los balcones de tea, las cubiertas de teja a cuatro aguas y la ermita con esquinas de piedra negra hablan el idioma de la integración con el terreno. Son volúmenes sobrios, sólidos, que nacen de la misma roca y se funden con una naturaleza que respira historia y tradición.
A su lado, la segunda mitad del siglo XX dejó prismas de bloque visto y soluciones apresuradas que hoy se intentan corregir con color y madera. No todo lo nuevo es ruptura: hay viviendas contemporáneas que retoman ritmos tradicionales, que respetan cotas y sombras. Ese diálogo también forma parte de la vista, y del debate ciudadano sobre cómo construir futuro sin borrar carácter.
Arte urbano que dialoga con el paisaje
Los Llanos se ha ganado, con razón, el apodo de museo a cielo abierto. Grandes murales trepan por medianeras y llenan de color las rutas más transitadas: hojas de platanera de tamaño monumental, olas estilizadas, personajes que miran al sol como los antiguos benahoaritas. El programa CEMFAC ha convertido fachadas en soportes de identidad.
No es decorado. Las obras conectan con lo que el valle es: agricultura, Atlántico, memoria aborigen, hábitos sostenibles y una naturaleza vibrante. Hay piezas que invitan a reciclar, otras que celebran la flora, otras que hacen de la historia un motivo contemporáneo. El resultado, visto desde la plaza o desde una azotea, es un mapa cultural legible.
Después de pasearlo, apetece repetir.
- Ruta corta de murales: casco histórico y entorno de la Plaza de España
- Itinerario agrícola-urbano: Argual, arte en fachadas y regreso entre plataneras
- Visita vespertina: colores con luz rasante y cafés con terraza
Fiestas vivas, raíz guanche
Aridane mantiene costumbres que suenan a vendimia y canto antiguo. San Martín y el vino nuevo marcan cada noviembre, con bodegas abiertas, castañas al fuego y ese ritual de probar lo primero. No es una recreación para turistas: es una cita del calendario doméstico que, a la vez, acoge a quien llega.
El ciclo patronal combina procesiones, romerías y una Loa cantada que ha pasado de abuelos a nietos. En carnaval, las calles se tiñen de blanco con polvos de talco y comparsas, y la imaginación popular se permite guiños a símbolos guanches. Las escuelas se suman, los comercios adornan, las plazas se llenan.
Estas fiestas enseñan y cohesionan. La identidad no se guarda en vitrinas, se canta, se come, se comparte.

