inicio > Historia > Cruces de malpique en La Palma: origen, formación y relevancia geológica
imagen del fondo marono con cruces

El misterioso cementerio submarino de Malpique

En el fondo del océano, frente a la costa de La Palma, se encuentra uno de los lugares más simbólicos del archipiélago canario: las cruces de Malpique. Este cementerio submarino en La Palma no contiene tumbas tradicionales, sino un homenaje sumergido a 40 religiosos asesinados en el siglo XVI. Ubicado frente a la playa de Malpique, este santuario fue creado por la comunidad local como un tributo silencioso a las víctimas de un ataque pirata.

Un homenaje construido en nombre de la fe

En el año 2000, se colocaron 40 cruces sumergidas en el fondo marino, transformando el lugar en un paisaje casi espectral. Con el tiempo, las estructuras se han cubierto de algas y vida marina, dándoles un aspecto místico y solemne. Hoy, este cementerio en el fondo del mar es visitado por buceadores de todo el mundo, atraídos por su carga histórica y espiritual.

¿Qué simbolizan las cruces de Malpique?

La historia se remonta al 5 de junio de 1570. Una flota de siete barcos partió desde Lisboa con destino a Brasil para evangelizar. Uno de ellos, el Santiago, transportaba a 40 religiosos franciscanos además de mercancías. Tras hacer escala en Madeira, el Santiago se separó del resto de la flota y navegó hacia La Palma. Debido a fuertes vientos, no pudo atracar en Santa Cruz de La Palma y se dirigió al puerto de Tazacorte.

Durante once días, los religiosos fueron acogidos por la familia Monteverde, cuya casa aún puede visitarse hoy. En su segundo intento de arribar a Santa Cruz, cuando el galeón pasaba frente a la playa de Fuencaliente, fue atacado por cinco naves corsarias. El capitán fue asesinado y los 40 franciscanos fueron arrojados al mar, condenados a una muerte segura.

Reconocimiento eclesiástico y memoria histórica

En 1742, el papa Benedicto XIV declaró mártires de la fe a los religiosos asesinados. Más tarde, en 1854, el papa Pío IX los beatificó. Este reconocimiento elevó el suceso a un plano de trascendencia religiosa, fortaleciendo la memoria colectiva en La Palma.

Un lugar vivo entre las olas

Aunque se trate de un homenaje a los fallecidos, las cruces de Malpique no están muertas. Por el contrario, el fondo marino las ha transformado en hábitats artificiales. La vida marina —peces, moluscos, corales— ha colonizado las estructuras, convirtiéndolas en refugio natural. Así, la muerte da paso a una nueva forma de vida, simbolizando un ciclo eterno que el mar entiende mejor que nadie.

Este cementerio submarino en La Palma es, por tanto, un espacio donde historia, fe y naturaleza se entrelazan.

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