Lago Martiánez en tiempo real

Lago Martiánez es todo un oasis a orillas del Atlántico

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Fuente en el cráter de un volcán en el lago Martianez

Descubre Lago Martiánez: belleza natural y diseño integrado

El rumor del Atlántico marca el ritmo. Entre salpicaduras de agua salada y piedra volcánica, un jardín de luz y sombras se abre paso frente al paseo de Puerto de la Cruz. Este complejo lagunar seduce sin necesidad de exageraciones: basta sentarse a escuchar cómo los alisios mueven las palmeras canarias para comprender por qué este espacio se ha convertido en un icono del norte de Tenerife.

Por consiguiente, aquí se viene no solo a mirar y nadar, sino también a leer al sol o a celebrar ocasiones especiales. Asimismo, muchos visitantes lo eligen para aprender a observar un paisaje pensado para dialogar con el mar, logrando una perfecta armonía con su entorno natural.

Un oasis junto al océano

Asentado sobre antiguos charcos naturales ganados al mar, el complejo ocupa un borde costero donde la lava basáltica define el paisaje. Gracias a su clima suave durante todo el año y a las brisas constantes, el baño resulta especialmente agradable. En efecto, es ideal para quienes buscan refrescarse sin alejarse del corazón de Puerto de la Cruz.

El contraste es parte fundamental de su encanto: muros blancos y pérgolas suaves, suelos de piedra negra, vegetación autóctona en tonos verdes y aguas que van del turquesa al cobalto. En días despejados, el Teide asoma en el horizonte como testigo silencioso de cada chapuzón. Aunque no es un lago natural, se trata de piscinas marinas integradas en un entorno que respira identidad isleña.

La huella de un visionario: César Manrique

El reconocido artista lanzaroteño concibió este espacio como un lugar para vivir el mar sin invadirlo. Su lenguaje arquitectónico está presente en cada detalle: muros encalados con curvas suaves, piedra volcánica trabajada con precisión, pérgolas con enredaderas y elementos que convierten el viento en una experiencia visual.

En consecuencia, obras como Los Alisios, La Jibia o Barlovento marcan el recorrido y recuerdan que, aquí, el arte no se contempla a distancia: te acompaña en cada paso. En el centro del conjunto, un cráter de agua y un géiser que alcanza los 20 metros simbolizan esa fusión entre la energía del océano y la forma orgánica.

Tal fue su relevancia que en 2005 se declaró Bien de Interés Cultural en la categoría de Jardín Histórico. Sin embargo, este reconocimiento no lo convirtió en un museo estático, sino que reforzó su papel como «sala de estar» pública frente al Atlántico.

PUERTO DE LA CRUZ
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