Puerto de Santiago y Playa Chica – Rincón Marinero en Tiempo Real
recogida del viento y de las olas

Descubre playa chica: un paraíso escondido
Quien llega a Puerto de Santiago con prisa puede pasarla por alto. La mirada se va instintivamente a la pared inmensa de Los Gigantes y a las avenidas con terrazas. Pero a apenas unos pasos del muelle se abre un rincón mínimo y sereno, con arena negra y el rumor contenido del Atlántico. Un lugar pequeño que invita a quedarse mucho rato, ideal para desconectar y poner en marcha ese modo de relax que tanto se busca en unas buenas vacaciones.
Dónde está y cómo llegar sin perder la calma
La cala se encuentra junto al embarcadero de Puerto de Santiago, muy cerca del centro urbano. La carretera TF-47 conduce hasta el núcleo; el aparcamiento suele resolverse en calles de zona blanca alrededor del puerto. Quienes prefieran transporte público tienen paradas de guagua a escasos minutos, con líneas como la 473 y la 477 enlazando con otros puntos de Tenerife, en el corazón de las islas canarias.
El acceso peatonal es directo. Desde la plaza principal, una escalinata baja entre casitas y roca volcánica; desde el muelle, un camino llano desemboca casi a pie de arena. Nada de caminatas largas ni senderos abruptos. Esa facilidad, unida a que la playa queda encajada entre muros y rocas, mantiene su carácter de rincón discreto.
Un arenal diminuto con mucho carácter
Hablamos de apenas 50 metros de largo por 20 de ancho. Arena volcánica oscura, granulada, con algunos cantos rodados. A un lado, el muelle; al otro, un resalte rocoso que la protege. Funciona como un bolsillo natural de agua tranquila. El mar, salvo días contados, se comporta como una piscina salada.
Esa calma tiene una explicación: la cala está recogida del viento y de las olas, favorecida por la orientación y por la barrera que forman los acantilados cercanos. Para familias con niños, o para quien quiere un baño sin sobresaltos, es difícil mejor refugio, perfecto para disfrutar de las mejores playas de canarias.
Agua templada todo el año y un microclima amable
En otoño la temperatura del mar ronda 22 a 23 grados, un regalo para estancias largas en el agua. En verano la superficie sube un poco más; en invierno baja, pero sigue resultando agradable con un neopreno fino si se va a bucear o a nadar durante más tiempo.
El aire acompaña. En esta franja suroeste de Tenerife, las máximas veraniegas suelen rondar los 25 grados y los inviernos se viven suaves, con días luminosos y pocas lluvias. Los alisios llegan atenuados y el macizo de Teno actúa como pared natural que amansa vientos y marejadas. Se entiende por qué tanta gente repite estancia en enero como en agosto. La mini tabla orientativa del clima refleja también el agradable tiempo en canarias, ideal para quienes desean disfrutar de condiciones estables durante sus vacaciones.
| Estación | Temperatura del aire (día) | Temperatura del mar | Lluvia aproximada |
|---|---|---|---|
| Invierno | 15 a 18 °C | 18 a 20 °C | Baja, concentrada en episodios |
| Primavera | 19 a 23 °C | 19 a 21 °C | Muy escasa |
| Verano | 24 a 27 °C | 22 a 24 °C | Prácticamente nula |
| Otoño | 22 a 25 °C | 22 a 23 °C | Baja, con algún día más activo |
Los valores son orientativos y pueden variar con el episodio meteorológico de turno, pero dan una idea clara: casi siempre apetece un baño.
Snorkel entre rocas basálticas y fauna atlántica
La buena visibilidad y el fondo rocoso crean un acuario a escala humana. Entre las grietas del basalto asoman morenas, pulpos, viejas, sargos y salemas. Con un poco de paciencia se identifican peces trompeta, salpas que pastan en grupo y pequeñas rayas sobre la arena oscura. Los erizos de púas largas son habituales, así que unas cangrejeras o escarpines vienen de perlas.
A unos cientos de metros mar adentro el fondo cae rápido, lo que explica que las salidas en barco por Los Gigantes tengan avistamientos regulares de delfines y calderones tropicales. No pocas veces se escuchan sus soplidos desde la costa, en días silenciosos.
- Equipo básico recomendable: máscara, tubo, aletas cortas y escarpines.
- Mejor momento del día: primeras horas de la mañana, cuando el agua está especialmente clara y hay poca gente.
- Precaución: no tocar fauna ni arrancar organismos. El coral negro y muchas esponjas tardan años en crecer.
Servicios, accesibilidad y un ambiente de paz
Pese a su tamaño, la playa cuenta con duchas y lavapiés. Hay rampas y pasarelas que facilitan el acceso a personas con movilidad reducida, y el entorno inmediato se mueve en llano. Junto a la arena, un pequeño quiosco y restaurantes cercanos sirven pescado del día, arroces y platos canarios sencillos. Se come mirando al mar, sin ruido artificial.
Conviene tener en cuenta un detalle importante: no hay socorrismo permanente. La calma juega a favor, aunque siempre es sensato respetar señalética y condiciones del momento. En el pueblo se encuentran alquileres de equipo de snorkel, kayaks y centros de buceo que operan durante todo el año.
Sabores marineros y una visita al pequeño museo del pescador
El barrio se crió con olor a sal y a redes. Esa identidad se nota en la carta de los bares y en la atmósfera de la plaza. Frente a la playa se ubica el Museo del Pescador, con entrada gratuita y un horario amplio entre semana y sábados por la mañana. Redes, herramientas, fotografías antiguas y una colección de maquetas navales sorprendente explican cómo era la vida cuando el turismo aún no había llegado. Este rincón resulta muy atractivo para el turismo en canarias, ofreciendo experiencias auténticas y enriquecedoras.
Quienes viajan con niños suelen salir con una sonrisa: es didáctico, cercano, y ayuda a mirar el puerto con otros ojos cuando se regresa a la costa.
Fiestas que miran al mar
Cada julio el barrio rinde honores a la Virgen del Carmen. Días de verbenas, pasacalles y una procesión marinera que baja al muelle. Ya de noche, la imagen recorre la lámina de agua entre motores apagados, farolas reflejadas y un silencio respetuoso. Al día siguiente, romería y paella popular rematan el programa.
En septiembre, la llamada Fiesta Chica repite espíritu en formato más íntimo, con parrandas, elección de romera y ofrendas. Quien viaja en esas fechas disfruta de una inmersión cultural nada impostada.


