Gran Canaria es todo menos monótona.
En un abrir y cerrar de ojos se puede pasar de la playa a los bosques de montaña, del calor de la costa a las temperaturas más frescas de las cumbres, a veces incluso nevadas.
Es un trozo de Europa en la Macaronesia, por supuesto, junto con todas las Islas Canarias.
Es una de las ocho islas del archipiélago español, la segunda más poblada, conocida por sus playas doradas y su clima perennemente cálido.
Un rincón del océano Atlántico que tiene todo lo necesario para unas vacaciones de ensueño: podrá practicar cualquier deporte en el mar y en tierra, relajarse al sol en las playas de Playa del Inglés y las dunas de Maspalomas o en las calas del norte, así como disfrutar de diversión sin límites en los numerosos clubes de Las Palmas, la capital.
El visitante que disfruta de largos paseos por los bosques de Cumbre, que no se conforma con tomar el sol en las playas sino que prefiere estudiar todos los aspectos de la geografía local a través de las montañas centrales, que conservan la historia de la isla, debe explorar el Parque Rural del Nublo, salpicado de 30 pueblos y reconocido como Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Aquí se encuentra el complejo cultural y artístico aborigen más importante de Canarias, rico en yacimientos con pinturas rupestres como la Cueva Pintada de Gàldar, una cueva artificial decorada con los característicos diseños geométricos blancos, rojos y ocres que también se encuentran en la cerámica y se reproducen en los recuerdos más comunes.
Otra parada ineludible son Los Graneros, entre los que se encuentra el Cenobio de Valerón, una cueva con techo natural en la que los antiguos canarios excavaron 300 habitaciones para utilizarlas como almacenes.
Otro asentamiento importante es el Barranco de Guayadeque, una serie de yacimientos y cuevas que atestiguan una presencia masiva de aborígenes, y la Fortaleza de Ansite, una especie de poblado fortificado, distribuido en varios pisos conectados por pasadizos subterráneos.
Recomendamos una visita al pequeño museo de Fortaleza, que reconstruye fielmente escenas de su vida cotidiana, compuesta por la agricultura, la ganadería y la pesca.
Pero para conocer de verdad un pueblo, no se puede dejar de probar su cocina tradicional, y quien quiera saborear el plato típico canario sólo puede pedir gofio, una mezcla de cereales tostados y molidos que se sirve en las mesas indígenas desde la noche de los tiempos.
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